Solamente quería saber como estaba. Entré en su habitación y la vi allí, tumbada en la cama con todas las luces apagadas con la persiana bajada completamente. Me acerqué al lugar en el que se encontraba y me tumbé a su lado. Tenía los ojos fijo en el techo. No sabía que se pasaba por su cabeza en aquellos momentos. Lo que había sucedido escasos minutos antes había hecho que subiese corriendo hacia su habitación sin dejar que nadie pudiese explicarle nada. ¿Qué decía ahora? ¿Un qué tal? Sabía, en cuanto la vi subir las escaleras y cuando entré en la habitación, que no se encontraba bien, pues había apagado toda luz que le rodeaba. Todo lo veía de color de negro y no podía sacarle de allí por mucho que quisiera. Pues cuando se encerraba en sí misma podría pasar así días, semanas, meses... incluso años. Lo único que pude hacer en aquel momento fue abrazarla. No quería que se sintiese sola, y era lo menos que podía hacer. Pese a ser mi mejor amiga, también era mi mayor amor.